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Senior Underwriter, Casualty

Hoy en día, cualquier actividad humana (individual, colectiva, empresarial o política) tienen, y deben tener, cada vez más presente el impacto medioambiental. Esto hace que las empresas de todos los tamaños y sectores estén identificando y aplicando objetivos medioambientales como sociales y de gobernanza (ESG).

Los organismos reguladores de Europa, y fuera de ella, están tratando de clarificar la información sobre el comportamiento medioambiental de las empresas, mientras que las organizaciones no gubernamentales, y otras entidades, se inclinan cada vez más por exigir compensaciones económicas por los daños causados, al medio ambiente y a la biodiversidad, así como por los efectos sobre la vida humana y animal.  

En los últimos años, se ha prestado especial atención al uso de sustancias químicas perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), también conocidas como "sustancias químicas para siempre" (“forever chemicals”).

Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) pertenecen a la familia de productos químicos artificiales que se encuentran en una amplia gama de productos utilizados por los consumidores y las industrias. Estas sustancias no se descomponen, sino que con el paso del tiempo, se acumulan en el medio ambiente y en el cuerpo humano, con efectos peligrosos para la salud humana y animal.

A través de la contaminación ambiental, los PFAS pueden contaminar cada uno de los eslabones que configuran la cadena alimentaria, ya sea por la tierra, los pastos, las aguas contaminadas. Aunque también pueden migrar o transferirse a los alimentos a partir de determinados materiales en contacto con los mismos (p.e. los agentes antigrasa de los envases de papel y cartón). Además, sus propiedades repelentes del agua y la suciedad también los hace útiles para una gran variedad de bienes de consumo, como textiles, cosméticos y artículos de higiene, envases de alimentos y otros productos, como la espuma antiincendios.

Además, y dado que las sustancias PFAS no se descomponen con el tiempo, pues se encuentran cada vez más en el agua potable y en el aire, hace que el peligro vaya más allá de la propia instalación en la que son usadas, afectando a zonas colindantes a las mismas y llegando a poblaciones que se encuentren en sus alrededores.

También hay que considerar que, tanto la producción como la manipulación de PFAS, suponen un riesgo laboral para las personas expuestas, ya sea por inhalación y contacto con la piel.

Aunque la ciencia en torno a precisar los posibles efectos de los PFAS sobre la salud sigue en desarrollo, las pruebas actuales sugieren que la bioacumulación de determinados PFAS puede causar graves problemas de salud al depositarse en la sangre, riñones e hígado, estando por tanto vinculados a daños hepáticos, enfermedades tiroideas, disminución de la fertilidad, colesterol alto, obesidad, supresión hormonal y cáncer.

La atención al impacto de las actividades empresariales en el medio ambiente y sobre la salud humana, no hará sino aumentar en los próximos años. Siendo que la fabricación de muchos PFAS se ha eliminado progresivamente, aun se encuentran en alimentos, agua potable y bienes de consumo (p.e. alfombras, cuero y textiles).

A principios de 2023, cinco países del norte de Europa -Alemania, Dinamarca, Noruega, Países Bajos y Suecia- presentaron una propuesta a la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA) para restringir el uso de unos 10.000 PFAS en virtud del Reglamento Europeo sobre Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de Sustancias y Preparados Químicos (REACH). La ECHA ha adoptado la propuesta, que actualmente está siendo examinada por las agencias europeas. En la agenda de las autoridades europeas figura la prohibición de los PFAS para 2026.

La cuestión de los PFAS existe desde hace tiempo, y algunos clientes ya han tomado medidas para prepararse para el cambio.

Paralelamente, desde los equipos de Suscripción y de Consultoría de Riesgos, estamos siguiendo de cerca el desarrollo de esta propuesta con las implicaciones que podría tener para los clientes y los posibles riesgos operativos futuros. 

Cada vez es más necesario que las empresas informen sobre criterios financieros relacionados con el cambio climático, la contaminación, la biodiversidad, los resultados ESG, etc. 

La UE ha declarado su objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para 2050, como parte de su Pacto Verde Europeo. En esa línea, la Directiva Europea sobre Informes de Sostenibilidad obligará a las empresas a publicar informes periódicos sobre los riesgos sociales y medioambientales a los que se enfrentan y el impacto de sus actividades en las personas y el medio ambiente. 

Por su parte, la propuesta de Directiva de la UE sobre Diligencia Debida en materia de Desarrollo Sostenible exigirá a las empresas que demuestren las medidas que adoptan para proteger el medio ambiente y los derechos humanos en toda la cadena de valor.

A medida que Europa se acerca a su objetivo de neutralidad en carbono y las empresas tratan de cumplir sus propios objetivos ESG, la transición a nuevas formas de tecnología continúa a buen ritmo.

En consonancia con nuestras propias ambiciones ESG, en É«¶à¶àÊÓÆµestamos preparados para apoyar a los clientes que se adentran en esas nuevas áreas de la tecnología, como los proyectos de descarbonización, el uso de hidrógeno ecológico, la reutilización y el almacenamiento de baterías, y el desarrollo de fuentes de energía renovables. 


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