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Las organizaciones sin ánimo de lucro (ONL, organización no lucrativa) de España y del resto del mundo intentan convertir el planeta en un lugar mejor ayudando a los demás, protegiendo el medio ambiente, prestando ayuda humanitaria o preservando el patrimonio cultural, entre otros ejemplos.

Son un motor del bien común. Sin embargo, sus actividades no están exentas de riesgos. En un entorno que valora ante todo la transparencia y que, al mismo tiempo, está lleno de disputas, las ONL y sus juntas directivas son cada vez más vulnerables ante las reclamaciones judiciales.

Diversidad de estructuras y tamaños

Las ONL varían en cuanto a formas y objetivos. Algunas prestan servicios a sus miembros y trabajan en favor de un determinado grupo de personas; entre ellas, se incluyen las asociaciones industriales, los clubes deportivos y las cooperativas. Otras, en cambio, prestan servicios a diferentes comunidades ofreciendo servicios sanitarios o educativos, ayuda o asistencia en catástrofes, o trabajando para proteger el medio ambiente.

Asimismo, las denominaciones también difieren. Puede llamárseles organizaciones sin ánimo de lucro (ONL), organizaciones no gubernamentales (ONG), asociaciones caritativas, etc. Para simplificar, utilizaremos ONL para describir el amplio abanico de organizaciones que trabajan sin ánimo de lucro.

Las ONL representan una parte fundamental y vibrante de la economía española. Un análisis realizado por El Periódico de las Fundaciones estimó en 8866 las ONL activas en 2014, con unos activos financieros totales de 21 500 millones EUR. Representaban el 0,8 % del PIB y generaron unos 220 000 trabajos remunerados (1,7 % del conjunto de la población activa).

No resulta sorprendente que el sector sin ánimo de lucro experimentase un retroceso durante la crisis financiera (2008-2012); tanto el número de organizaciones como sus ingresos, sus activos y sus empleados remunerados experimentaron un descenso considerable. Sin embargo, esta tendencia se está invirtiendo y las ONL han vuelto a recuperar prácticamente los niveles operativos anteriores a la crisis.

La exención de riesgos no existe

A pesar de esta amplia variedad de formas y objetivos diferentes, las ONL de España comparten rasgos comunes:

  • No buscan beneficios con sus actividades.
  • Están exentas de impuestos (Ley 49/2002).
  • Deben estar supervisadas por una junta directiva o patronos (en el caso de las fundaciones) que ejercen sus funciones sin ningún tipo de remuneración a cambio.

Ahora bien, al igual que las empresas privadas, las ONL pueden ser acusadas de mala gestión, negligencia o mala praxis, especialmente en lo relativo a sus actividades principales, referidas a la recaudación y el gasto/desembolso de fondos. Por ello, las acciones que las ONL llevan a cabo en estos ámbitos no están exentas de riesgo.

Por ejemplo, las ONL suelen solicitar subvenciones a distintos organismos públicos. Dado que la competencia por obtener una subvención es muy exigente, una ONL podría verse tentada a promocionar en exceso la finalidad a la que se destinarán los fondos solicitados. De ésta forma puede ocurrir que a la postre, una desviación (no necesariamente fraudulenta) de dichos objetivos o de aquellas condiciones específicas sobre el modo de emplearse o gestionarse los fondos que detallasen las bases de la subvención, podría amparar una demanda por fraude o mala gestión, a instancias de la fuente que concede la subvención.

Además, los fondos recaudados por una ONL, independientemente de su procedencia, no pueden emplearse para el enriquecimiento personal. Desafortunadamente, se han dado casos en los que un empleado o un miembro de la junta directiva han utilizado los fondos destinados a un uso caritativo en su propio beneficio, lo cual es evidentemente generador de graves problemas para la propia ONL.

Finalmente, como ocurre en las empresas privadas, las ONL pueden invertir una parte de sus reservas financieras con la esperanza de contar con más fondos para sus programas futuros. Sin embargo, si dicha inversión no resulta según lo esperado y como consecuencia de ello la ONL tiene que limitar sus actividades, los donantes podrían alegar fraude, especialmente si no se les había consultado con antelación.

Reclamaciones de este tipo pueden tener graves repercusiones en una ONL. El simple hecho de defenderse ante estas reclamaciones ya puede resultar costoso. Además, en caso de que finalmente la ONL fuese condenada a pagar una indemnización por daños y perjuicios, podría verse obligada, en el mejor de los casos, a reducir considerablemente sus actividades en un futuro y, en el peor, a echar el cierre. Por último, incluso si lograse capear el temporal, la publicidad negativa (daño reputacional) podría afectar notablemente a su capacidad de recaudación de fondos durante los siguientes años.

Los activos personales corren riesgo

Existen numerosos motivos por los que alguien podría decidir convertirse en patrono de una ONL. En algunos casos, se trata de un compromiso con la misión o la causa de dicha ONL. En otros, se trata de una oportunidad para ampliar la experiencia y las redes profesionales. Y no es raro que, de hecho, confluyan ambas motivaciones.

Independientemente de lo anterior, los patronos suelen pensar que trabajar como voluntario en un puesto sin remuneración los libera de cualquier responsabilidad, pero no es así. Del mismo modo que ocurre con la junta directiva de una empresa privada, los miembros de la junta directiva de una ONL pueden tener que afrontar responsabilidades personales. Esto significa que, si se acusa a la ONL de mala gestión, negligencia o fraude, el patrimonio personal de los miembros de la junta corra un riesgo cierto.

Por este motivo, cada vez más ONL reconocen la importancia de contar con un seguro de responsabilidad para directivos y administradores (D&O). Si bien en el pasado las opciones de acceso de las ONL a pólizas de cobertura D&O asequibles eran limitadas, en la actualidad su disponibilidad y accesibilidad ha mejorado considerablemente.

Las pólizas para directivos y administradores pueden adaptarse a las necesidades concretas de la ONL (los corredores especializados en este tipo de seguros pueden aconsejar sobre el equilibrio adecuado entre niveles de cobertura, exclusiones y costes). Independientemente del modo en el que se estructure la cobertura, la póliza debe aportar tranquilidad a la ONL y sus gestores mediante recursos económicos para los gastos de defensa y los posibles gastos de liquidación. También puede marcar una gran diferencia a la hora de posicionarse en el mercado para captar a personas competentes para la junta directiva.

Les dejamos con una reflexión final: independientemente de su tamaño o misión, se espera que todas las ONL funcionen de un modo transparente en la promoción de sus objetivos declarados. La gestión de riesgos suele ocupar los últimos puestos de las listas de prioridades del equipo de gestión y la junta directiva de una ONL. En parte esto es así porque dada la naturaleza de sus funciones, la mayoría de las ONL no requieren sofisticados programas de gestión de riesgos y seguros. Con todo, no puede perderse de vista que los costes derivados de reclamaciones de responsabilidad pueden resultar devastadores, lo cual resalta la importancia de contar con sólidos controles de gestión y coberturas suficientes a la hora de limitar las consecuencias derivadas de una mala gestión, negligencia o fraude.

Publicado en Aseguranza

¿Debería una organización sin ánimo de lucro contar con un seguro para directivos y administradores? Sí.
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